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Productor estadounidense recibirá premio del IICA a “Líderes de la Ruralidad” por iniciativas innovadoras que vinculan educación y agro

Councell recibirá el premio por sus iniciativas innovadoras, que reúnen esfuerzos para la concientización sobre la importancia del agro y sus vínculos con la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente.
“Chip” Councell recibirá el premio por sus iniciativas innovadoras, que reúnen esfuerzos para la concientización sobre la importancia del agro y sus vínculos con la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente.

San José, 31 de agosto de 2021 (IICA). El productor agrícola estadounidense Phillip “Chip” Councell recibirá el premio “El Alma de la Ruralidad”, que el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) otorga a Líderes de la Ruralidad de las Américas.
 
El premio es parte de una iniciativa del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural para reconocer a hombres y mujeres que dejan huella y hacen la diferencia en el campo de América Latina y el Caribe.
 
Councell recibirá el premio por sus iniciativas innovadoras, que reúnen esfuerzos para la concientización sobre la importancia del agro y sus vínculos con la seguridad alimentaria y la protección del medio ambiente.
 
Además de recibir como reconocimiento el premio “El Alma de la Ruralidad”, los Líderes de la Ruralidad destacados por el IICA serán invitados a participar de diversas instancias asesoras del organismo especializado en desarrollo agropecuario y rural.
 
“Se trata de un reconocimiento para quienes cumplen un doble papel irremplazable: ser garantes de la seguridad alimentaria y nutricional y al mismo tiempo guardianes de la biodiversidad del planeta a través de la producción en cualquier circunstancia. El reconocimiento, además, tiene la función de destacar la capacidad de impulsar ejemplos positivos para las zonas rurales de la región”, dijo el Director General del IICA, Manuel Otero, sobre la iniciativa.
 
En el marco del programa Líderes de la Ruralidad, el IICA trabaja para que el reconocimiento facilite vinculaciones con organismos oficiales, de la sociedad civil y del sector privado para la obtención de apoyo para sus causas.
 
“Hablamos de personas cuya impronta está presente en cada alimento que consumimos -adonde sea que éstos lleguen-, en cada parcela de tierra productiva y en las comunidades que habitan los agricultores y sus familias. Son hombres y mujeres que dejan huella y son el alma de la ruralidad porque producen, plantan, cosechan, crean, innovan, enseñan y unen”, consideró el Director General del IICA.
 
“Son personas que encarnan liderazgos silenciosos que es preciso visibilizar y reconocer. Son, por sobre todas las cosas, ejemplos de vida. Porque transforman, superan adversidades e inspiran”, agregó Otero.
 
El IICA trabaja junto a sus 34 Representaciones en las Américas para la selección de los #Líderesdelaruralidad.
 
“Chip” Councell: la agricultura como identidad de una familia en la costa este de los Estados Unidos
 
En 1690 dos hermanos emigraron de Inglaterra al territorio de lo que hoy es Estados Unidos, que entonces formaba parte del vasto imperio británico. Uno de los hermanos no sobrevivió el largo viaje a través del Océano Atlántico, pero el restante llegó y se afincó en la zona de la Bahía de Chesapeake, sobre la costa este del continente americano, para cultivar la tierra.
 
Más de 300 años después, la historia continúa: la familia ha tenido diez generaciones de agricultores y Phillip “Chip” Councell es un exitoso productor agropecuario, cuya finca –en el condado de Talbot, estado de Maryland- está a unas cuatro millas de donde su antepasado se radicó y comenzó su labor como agricultor en el siglo XVII.
 
Enamorado de la actividad rural, Chip es consciente del rol que juega el trabajo de personas como él para alimentar a la creciente población mundial: “Creo que me han puesto en esta tierra para ser agricultor. Amo lo que hago y amo hacerlo con mi familia. Mi padre está a punto de cumplir 90 años y continúa en el campo, por lo que a veces somos cuatro generaciones trabajando codo a codo, porque estamos mi esposa, Jo Ann; mis hijos, Melissa y Jason, mi yerno, mi nuera e incluso a mis cinco pequeños nietos les gusta colaborar. Eso es único. No hay muchas industrias o negocios donde la familia puede trabajar en conjunto”.
 
Councell cuenta que se crió en la finca de su padre, a 60 millas de la ciudad de Washington, donde se cultivaban granos y se hacía ganadería.
 
“Recuerdo –dice- que había muchísimo trabajo. Cuando yo era niño arábamos toda la tierra y luego mi padre fue uno de los primeros que comenzó con la siembra directa, en la década de 1970. Este sistema, que hoy cubre prácticamente la totalidad de la agricultura en el estado de Maryland, aprovecha los residuos de los cultivos anteriores, realiza una perturbación mínima al suelo y de esa manera reduce muchísimo la erosión y contribuye a una mejor calidad del agua y de la productividad”.
 
Dueño de un campo de algo menos de 2.000 acres (800 hectáreas) en los que cultiva maíz, trigo, soja y vegetales, Councell es actualmente presidente de Maizall, una asociación de productores y exportadores de maíz de los Estados Unidos, Brasil y la Argentina, cuyo objetivo es compartir experiencias y conocimientos y abordar de manera conjunta las barreras que se presentan para la comercialización.
 
“La Asociación –cuenta- fue creada en 2013 y yo me integré al comité ejecutivo en 2016. Aunque producimos en países muy distintos y competimos, tenemos los mismos problemas, que tienen que ver con las restricciones al comercio de alimentos en todo el mundo, por lo que hacemos un esfuerzo conjunto”.
 

En la granja de la familia Councell también hay una instalación dedicada al agroturismo, donde los visitantes pueden desarrollar distintas actividades, en las que aprenden cómo se hacen los alimentos. Y unos 3.000 escolares visitan cada año el campo, para que la familia les cuente qué hacen y cómo lo hacen.
En la granja de la familia Councell también hay una instalación dedicada al agroturismo, donde los visitantes pueden desarrollar distintas actividades, en las que aprenden cómo se hacen los alimentos. Y unos 3.000 escolares visitan cada año el campo, para que la familia les cuente qué hacen y cómo lo hacen.

En la granja de la familia Councell también hay una instalación dedicada al agroturismo, donde los visitantes pueden desarrollar distintas actividades, en las que aprenden cómo se hacen los alimentos. Y unos 3.000 escolares visitan cada año el campo, para que la familia les cuente qué hacen y cómo lo hacen.
 
Lo más importante tiene que ver con la relación entre agricultura y seguridad alimentaria. “La población de este país da por garantizado que tendrán alimentos producidos aquí, pero muchos otros países no son tan afortunados y dependen de nosotros”, afirma Chip.
 
Councell también siente una gran responsabilidad con la protección del ambiente: “Los agricultores hemos sido protectores de nuestros recursos siempre, de acuerdo a la información y las tecnologías disponibles en cada época. Siempre estamos buscando mejorar en ese sentido. Mi familia ha estado aquí por más de 300 años y queremos que la tierra siga produciendo por muchos siglos más. Yo siempre digo que, luego de mi familia, no hay nada más importante que conservar el suelo y el agua de mi campo”.
 
Chip está convencido de que se debe reducir la brecha que separa a los habitantes de las ciudades y los de las zonas rurales. “A los agricultores –reconoce- nos gusta mucho hablar entre nosotros, pero probablemente tenemos que hacer un mejor trabajo en hablar a los consumidores. Las redes sociales han ayudado mucho en la comunicación, pero también son una vía para que las informaciones falsas y malintencionadas se diseminen muy rápido”.
 
¿Cómo encarar los desafíos que presenta la agricultura del futuro? ¿Cómo garantizar la seguridad alimentaria y nutricional en un mundo cuya población sigue creciendo y demanda una alimentación cada vez más saludable? El único camino, cree Councell, es que los agricultores tengan acceso pleno a la tecnología y a la innovación.
 
“De otra manera –advierte- no habrá forma de aumentar nuestros rendimientos con un menor uso de los recursos naturales, que es lo que nos reclaman. El mundo está cambiando constantemente y cada uno tiene que hacer su parte. No hay que culpar a la agricultura por el cambio climático. Tenemos nuestra responsabilidad, por supuesto, como cualquier actividad productiva, pero hay que dejar que los diagnósticos y las transformaciones sean guiados por la ciencia. Dejarlos en manos de la política es muy peligroso”.
 
“La agricultura es dura –agrega-, no importa dónde y cómo la hagas. Los márgenes de rentabilidad son estrechos y uno está siempre preocupado por el clima. Yo he viajado alrededor del mundo y puedo decir que los agricultores somos básicamente iguales en cualquier parte. Empezamos cada año con nada más que la esperanza de una buena cosecha. Somos afortunados los que tenemos acceso a semillas que poseen resistencia a insecticidas y herbicidas. Sólo la tecnología y la innovación van a posibilitar la construcción de una agricultura cada vez mejor para los desafíos del futuro”.

Más información:
Gerencia de Comunicación Institucional
comunicacion.institucional@iica.int

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